jueves, 9 de abril de 2009

Soneto

Hoy quiera el cielo limpiar su buen nombre
del descuido de males cometidos,
hermanarse este día con el hombre,
enderezar sus hombros abatidos

Y que empiece por abolir las penas
por oscuras, por íntimas, porosas.
Que ponga sangre buena en nuestras venas,
ambrosía, néctar, agua de rosas.

Del Paraguay bajará un perro oscuro
grande como el viento, azul como el miedo,
vendrá a mostrarnos el camino nuevo.

Y en el mundo de la virtud flamante
no habrá muerte, o necesidad, o ruina,
pero sobre todo, no habrá conquista.



Por gracia de la musa de la Indignación,
rimó Manuel Saraceni, el que no promete lo que cumple.